"El chocolate excelente, para que cause placer, cuatro cosas debe ser:
espeso, dulce, caliente y de manos de mujer".
 CAJAS, CAJAS Y MÁS CAJAS

 Mi vida es como un camión de mudanzas: repleto de cajas cargadas de recuerdos procedentes de diferentes lugares del mundo. Como todo camión de mudanzas realiza, siguiendo un itinerario marcado por su conductor, las paradas necesarias para llenar o descargar su maletero. El conductor en este caso es mi padre; responsable de que el particular camión del que os hablo haya tenido que hacer numerosas paradas a lo largo de veinte años. A su lado, fiel copiloto, se encuentra mi madre, quien un día lo dejó todo para comenzar un largo viaje mediante el cual poco a poco irían llenando de cajas dicho camión.

     La primera parada fue un 26 de marzo de 1991 en Caracas, día en el que nací. En esta ocasión, debido al poco tiempo que pasamos viviendo en Venezuela, la primera y única caja en transportar el camión fue una cargada de ropa de bebé, pañales, peluches y mucha inexperiencia.

     El 14 de marzo de 1992 el camión efectuó su segunda parada en Colombia, Bogotá. Aquí nació mi hermano Santiago cuando yo apenas llegaba al año de edad. Tras año y medio el vehículo abandonó el país con una caja más en su maletero; en este caso cargada de globos, un objeto por el que, según cuentan mis padres, mi hermano y yo teníamos una verdadera obsesión.

     Con el fin de llegar a su tercera parada el camión tuvo que atravesar el Océano Atlántico; alcanzando en 1993 su nuevo destino: Dubai. Los tres años que vivimos aquí fueron una época de sol, piscina y excursiones en el desierto. Sin embargo, la caja que introdujeron mis padres en el maletero estaba repleta de películas Disney, las cuales durante esos años mi hermano y yo vimos hasta la saciedad. 

     El próximo destino requirió ponerle cadenas en las ruedas al camión. El cambio de vivir en Dubai a vivir en Moscú fue radical. Acostumbrados al calor del desierto, los fríos y largos inviernos resultaron difíciles al principio. A esto se sumó que, al contrario de lo que ocurría en el anterior destino, aquí prácticamente no existían parques para niños. Por lo tanto, la cuarta caja en sumarse al maletero estaba cargada de Legos, un juego que, en compañía de mi hermano, ocupó la mayor parte de mi tiempo libre durante esos años.

     En el año 2000 el camión efectuaba su primera parada en España, más específicamente en Madrid, donde residiría durante tres años. El momento de hacer la mudanza resultó, con diferencia, el más duro hasta la fecha. Aun así conseguí introducir todo en una única caja, la cual señalé en su exterior con la palabra “Frágil”, ya que se encontraba cargada de amistad, lo que hasta ese momento había sido mi pertenencia más valiosa.

     El camión recorrió entonces media España hasta llegar al norte, Asturias, donde pasaría los siguientes siete años. Al coincidir con la adolescencia fue una etapa llena de cambios y nuevas experiencias. Además, al no estar acostumbrada a permanecer tanto tiempo en un mismo lugar, llegado el momento de comenzar el camino hacia el próximo destino, descubrí que me resultaba imposible meter todo en una única caja, por lo que, nada más llegar, mi habitación del Colegio Mayor Santa Clara se vio inundada de cartón hasta el último recoveco.

     Ahora el camión se encuentra parado esperando iniciar su próximo viaje… lo que, sin embargo, no parecer estar impidiendo que en la actualidad me encuentre llenando una caja en la que por ahora hay, sobre todo, ilusión.